¡Y uno que creía que la homosexualidad masculina tenía más que ver con pollas que con pollos!
Pero lo peor del caso es que, por la misma regla de tres que plantea Evo, yo mismo, que
me pirro por el pollo y además
estoy calvo como una bombilla de consumo irresponsable…
¡debo ser maricón perdido! Y si enlazamos estas invectivas de Evo Morales con
las teorías del cardenal Bertone –otro que tal las gasta- algo mucho peor.
Menudo disgusto para mi mujer, tras casi 25 años de matrimonio, y qué dura prueba para mi persona, obligado a salir del armario a pesar de la aversión sexual que, en mi inconsciencia, siempre he creído experimentar por los seres humanos de mi género.
Entre ustedes y yo: estoy convencido de que
lo dicho por Evo Morales es una absoluta gilipollez. En caso contrario,
les prometo que no volvía a probar el pollo.