martes, 10 de abril de 2007

La democratización del ocio.

puntacana.jpgNorberto es de Punta Cana, Santo Domingo. Conoce, por tanto, la realidad del negocio turístico en su tierra, un paraíso al que jamás pudo acceder. Norberto emigró a España hace unos años. Lo conocí este fin de semana como un turista más en el hotel.

Un lujo que hubiera resultado impensable en su país. Quizá por ello se le veía orgulloso y feliz junto a su familia. Y es que, poco a poco, los inmigrantes se están abriendo hueco como consumidores de turismo en nuestro país.

Una vez satisfechas las necesidades vitales, el principal anhelo de cualquier persona es disfrutar de su tiempo libre, de sus vacaciones. Hoy día, el derecho al ocio es uno de los indicadores más significativos para valorar el bienestar de una sociedad.

Por tanto, aunque duela a algunos, debe seguir existiendo un espacio para el turismo popular. Entiendo que la industria intente apostar por públicos cada vez más selectos y de mayor poder adquisitivo. Pero cualquiera, un jornalero de Jaén o un obrero de Varsovia, tiene derecho a poder permitirse con su salario unas vacaciones dignas. Aquí, en Túnez o en Grecia. Los únicos límites a este tipo de turismo los fijaría en un mínimo respeto al entorno y una relación calidad- precio lógica, con atención a las condiciones de trabajo de los empleados en esta industria.

Aunque Salou no resista la menor comparación con el Caribe, estoy convencido de que Norberto sabe que su edén está más cerca de Tarragona que de Santo Domingo.

Y es que un país que no sabe, no puede o –como suele suceder- no quiere acoger con dignidad a sus habitantes, por rico que sea o por bello que resulte a nuestros sentidos, no deja de ser un territorio estéril, yermo.
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7 comentarios:

  1. Lamento estar entre los que no hemos podido acceder al descanso y vacaciones necesarias, porque españa no va tan bien, para algunos, pero me alegra que Norberto y Bernardo las hayais disfrutado "por mí".
    Me alegra también leer un nuevo post en esta web, la verdad es que tenía mono. Espero que hayas recuperado las fuerzas necesarias para seguir escribiendo a diario.
    Como supongo que Norberto se convertirá en asiduo lector: bienvenidos a los dos.

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  2. Las vacaciones dejan de ser indicador de bienestar cuando se convierten en obligación, cuando se le añade la necesidad de ostentación.

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  3. Gracias, Aristides. No te preocupes, que hay cuerda para rato.
    Tienes toda la razón, José y yo precisamente soy bastante crítico es ese sentido. Para mucha gente viajar se acaba convirtiendo en una obligación social a la que parece que deba someterse tenga o no ganas. Todos conocemos casos de personas que han marchado a ver países que les repatean los higadillos, solo por el hecho de justificar el viaje, o porque es lo que toca.
    Por ello he intentado hablar aquí de acceso al ocio, no necesariamente de viajes. Aunque es cierto que quien no los ha probado tiene verdadera ansia por hacerlo.
    En cuanto los países del Este abrieron sus fronteras lo primero que hizo la gente fue viajar. Tú eres de Barcelona y posiblemente recuerdes aquellas carracas con forma de autobús en las que hace años nos llegaban los primeros turistas polacos, checos o lituanos.
    A mí, al vivir junto a la playa, me tocó padecerlos un poquito más ya que a veces acampaban frente a mi casa. Pero recuerdo sobre todo la ilusión que todo aquello les hacía. Incluso me tomaban fotos cuando iba a pasear el perro, como si fuera un elemento exótico.

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  4. Yo creo, mi estimado Bernardo, a riesgo de parecer ligeramente pedante, que ya lo definió Maslow con su famosa pirámide. Tras las necesidades fisiológicas y las de seguridad, tenemos las de aceptación social, entre las que podríamos contar el disfrute de las vacaciones. A partir de ahí, su escrito se ajusta muy acertadamente a lo que debería ser una realidad social más o menos justa. La realidad sin embargo, nos escupe a la cara que los periodos vacacionales, con estancias en lugares no habituales, son desgraciadamente ninguneados cuando surgen otras necesidades.

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  5. ¡Pero claro que es necesario que hagan turismo! Otra cosa es que la exclusividad exista siempre, pero es que sale muy cara, vaya. en términos puramente económicos, el turismo es riqueza, y estos inmigrantes pagan por sus servicios igual que cualquier otro ciudadano.
    Otra cosa es que vengan esos hooligans ingleses a destrozarlo todo y a liarla. Esos "inmigrantes" sí que rebajan la calidad del turismo en España.

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  6. Me niego a aceptar el disfrute de las vacaciones como una mera cuestión de aceptación social: Todo y que comparto que algunos de estos valores están presentes en el acto: cierta estabilidad económica -lo pongo muy entre comillas- ,laboral y de integración social. El destino además marca el status. Pero por encima de todo esto -o una vez superados estos convencionalismos- está la necesidad vital de disfrutar de tu tiempo libre.
    Y tienes toda la razón, Manu. En líneas generales el comportamiento de nuestros inmigrantes es extremadamente respetuoso, por su propia educación y porque sus vacaciones se las han pagado a base de esfuerzo.
    La noche anterior a mi llegada al hotel tuvierosn que llevarse, reducidos y esposados, a unos ingleses que, borrachos como cubas, se dedicaron a destrozar sistemáticamente las tres habitaciones que ocupaban.

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