jueves, 22 de febrero de 2007

El laberinto de Afgano (I) Foto fija de una guerra

talibanes180706.jpgLa muerte de la soldado española Idoia Rodríguez Buján nos obliga a volver la vista hacia una guerra que casi nadie quiere mirar de frente. Afganistán es un polvorín y la ocupación no está ayudando a resolver la estabilidad en ese país. Al igual que en Irak, más bien la ha empeorado.

Hace solo tres meses escribíamos que Afganistán era un país fuera de control, gobernado en buena parte por los señores de la guerra y en que Al Qaeda continúa campando a sus anchas. A este bosquejo desolador, podemos añadir hoy nuevos elementos de análisis.

La producción de opio se ha incrementado cada año desde 2001, fecha de la invasión. La cosecha de 2006 ha sido histórica y Afganistán genera ya el 92% de la producción mundial. El narcotráfico representa al menos el 35% de la economía afgana y emplea a 2 millones de personas. La corrupción implícita e este negocio afecta a todos los estamentos del país. (No se pierdan este artículo)

Los talibanes, lejos de retroceder, están más fuertes y organizados que nunca. Disponen de material de guerra pesado y todos los observadores dan por hecho que en los próximos meses iniciarán una ofensiva en toda regla contra las fuerzas invasoras.

Occidente mantiene una férrea censura informativa sobre las actividades de sus ejércitos en la zona. No tenemos ni idea de lo que allá. Sirva como ejemplo de desinformación la siguiente noticia, fechada hoy mismo: “Los talibanes toman el control de un distrito controlado por fuerzas españolas”. ¿Significa esto que los barbudos han tomado posesión sin pegar un tiro? Si es así no se acaba de entender el papel del ejército. Si, por el contrario, se ha ocupado esa plaza por las armas aquí nadie ha informado de esos combates.

Ante esta visión sombría, cabría preguntarse cual es el peligro real de Afganistán, qué nos jugamos en la zona y, en definitiva, qué pintamos ahí. Tambien compararemos esta amenaza con que según nos dicen significa Irán. Todo ello Lo veremos en la segunda parte de este artículo, aunque me gustaría conocer ya su opinión.

[tags]afganistan,talibanes,OTAN,ONU,guerra,opio[/tags]

4 comentarios:

  1. Es lo que tiene dejar las cosas a medias... ponemos al ex-empleado de una petrolera como jefe del gobierno y garantizamos el gasoducto.

    Lo demás es secundario. ¿que hay opio? Pues de algo tendrán que comer los afganos, ya que después de destruir por varias guerras y generaciones su porvenir, y no soltar un duro para reconstrir el pais, no pretenderemos que se mueran de hambre. ¿o si? Bueno,para eso la otan no está. Esa es la ventanilla del fmi y el bm.

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  2. Para colmo, tal y como puede leerse en artículo de "El Correo", cuando las fuerzas de la OTAN intentan paliar el escándalo del opio, no actúan contra los narcos, verdaderos amos y señores del país. Se dedican a quemar campos. No muchos, visto lo visto -quizá los que les sobren o los que los traficantes les permitan- pero sí suficientes como para dejar a muchísimos campesinos sin trabajo, ya que no hay un plan de producción agraria
    sustitutiva.
    Y claro, esa no es buena política para hacer amigos entre las capas más humildes de la sociedad afgana.
    Saludos y a ver si "curramos" un poco más, que ya me sé el artículo -muy bueno- de Bermejo de memoria.

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  3. Paciencia, que ha sido precisamente por tener una semana de curro hasta arriba por lo que no he escrito casi nada. Y es que llego a casa y miro casi con aversión el ordenador... ¿falta mucho para semana santa? no es que me ilusione el participar montando en hombros una estatua, pero un chiringuito soleado en nerja me empieza a atraer.

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  4. Algo más de un mes queda ¿Esto sí que es penitencia!
    Yo marcharé a uno de esos sitios a los que jamás pensaría que podría ir de vacaciones, antes que ser padre, claro.
    ¡Un hotel en Salou!
    ¡Cuan bajo llega a caer uno!

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